Para los japoneses, debido a la compleja relación con su historia, Godzilla es una figura mitológica. Y, a diferencia de los de la antigüedad, el rey de los kaijus es un mito que necesita renovación constante.
En sus inicios, Godzilla no solo es una alegoría a la destrucción hecha por el hombre a través de la bomba atómica, es también un símbolo del terror y la aniquilación total que surge de la misma fuente que usaban nuestros antepasados al dar forma y nombre a los fenómenos naturales o a las condiciones de la vida.
Sin embargo, la masificación de la franquicia desvió esta intención hacia la vía del espectáculo comercial que, aunque funcionó para imprimir la figura del monstruo en el gusto del público, su función original se desvirtuó y desvaneció con el tiempo.
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Salvo algunas voces más valientes, que nos entregaron joyas como Shin Godzilla (2016) o Godzilla, Mothra and King Ghidorah: Giants Monsters All-Out-Attack (2001), el estudio cinematográfico de Toho tenía esa deuda pendiente, la de reinterpretar a Godzilla como el mito perfecto que explica las raíces del Japón moderno.
Reinterpretando el mito
Godzilla Minus One (2023) es la última propuesta de Toho Studios para lograr este objetivo. Lanzada en la víspera del 69 aniversario de la franquicia, este filme aprovecha el empujón anímico y comercial que dejó Shin Godzilla y la línea temporal de Legendary Pictures para contarnos una historia más tradicional, que descontruye los valores y mensajes de una saga que continúa vigente en la mente colectiva
Dirigida y escrita por Takashi Yamazaki, Godzilla Minus One es realmente un drama de la postguerra, que cautiva desde sus primeros compases. Muy lejos de pintar superficialmente al ser humano como seres ineptos o poco empáticos, en esta película seguimos los pasos del piloto kamizake Koichi Shikishima, un desertor que regresa a su natal Tokio tras decidir no inmolarse como sus compañeros en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial.
Con este personaje como punta de partida, veremos hilar nuevas historias dentro de este contexto. La destrucción que trajeron la guerra y los bombardeos, no los vemos desde la perspectiva de un soldado aguerrido, sino de las relaciones que va formando este protagonista con estrés postraumático en medio de la desolación.
La película se centra en la idiosincracia japonesa para tratar temas sociales, políticos y psicológicos con una empatía muy bien lograda. En esta entrega no hay miedo de diseccionar los valores nacionales, el código de honor del bushido o la incapacidad de las esferas de poder al gestionar la catástrofe.
Yamazaki se esfuerza en ponernos en los zapatos de los sobrevivientes quienes, entre tanta miseria, van luchando desde la oscuridad para encontrar un poco de luz. Al igual que en la vida real, fueron las mismas víctimas quienes logran reponerse a través de la unión. Tanto así que el espectador fácilmente puede conectar con los personajes a un nivel poco visto en esta franquicia.
Y en el medio de todo esto, en el guion se presenta también dudas existenciales que nos competen a todos nosotros como seres humanos: ¿Vale la pena luchar cuando todo está perdido? ¿Cuánto vale nuestra vida? ¿Cómo podemos seguir adelante en medio de la culpa? Estos planteamientos universales también explican la gran recepción y buena crítica que ha tenido en Occidente, donde ya se posiciona dentro del top 5 de las películas japonesas más taquilleras.
A diferencia de Shin Godzilla, por ejemplo, Godzilla Minus One toma el escenario de la posguerra para mostrar muchas facetas más del ser humano. Sin duda, el tratamiento de los personajes uno de los puntos fuertes del filme.
Una película con una producción titánica
Tampoco podemos despedir nuestra reseña sin hablar del Rey de los Kaijus. Cada aparición de Godzilla es descomunal y lo hace ver como una abominación de la naturaleza que no debería existir jamás. La producción se esforzó al máximo y logró una caracterización aterradora, apoyado por un trabajo de cámara impecable, así como de efectos visuales y sonoros que generan un alto impacto en cada escena en la que sale.
Además de los guiños a la película original del kaiju en la destrucción de Ginza, el combate final es un gran ejercicio de suspense, donde el guion pone a prueba toda la tenacidad de los seres humanos para elevar y dar un cierre satisfactorio el tema central del sacrificio y la esperanza que nos plantea la cinta desde sus primeros minutos.
Con un metraje de 2 horas, Godzilla Minus One es una película redonda que mezcla con armonía el cine de autor con el cine comercial, que no deja sus mensajes a libre criterio, sino que es directa y que celebra a la humanidad con sus defectos y virtudes, mientras que entrega un gran mensaje a su país de autocrítica y superación.
Godzilla Minus One tuvo una enorme tarea que cumplió de sobra. La última película del rey de los monstruos define un nuevo estándar en la franquicia japonesa y deja la vara muy alta para las próximas generaciones de cineastas que tomen el testigo. Ahora la pregunta será ¿podrá la próxima entrega ser tan colosal como esta?