Omega Force le ha cogido el gusto a esto de llevar el género musou a varias franquicias de gran calado como The Legend of Zelda, Dragon Quest, One Piece o Shingeki no Kyojin -con ciertos retoques a su fórmula en este caso-. Todos estos lanzamientos basados en licencias de terceros han ofrecido, con mayor o menor acierto, una experiencia satisfactoria tanto para los aficionados más puristas como para los amantes del género musou. Manteniendo una fórmula relativamente básica, cada una de estas entregas ha sabido diferenciarse con cambios en sus mecánicas, apartados gráficos totalmente opuestos y un trabajo de documentación elevado para ofrecer una profundidad destacable tanto en su historia como en la representación de sus personajes. Tras estos antecedentes, el anuncio de un nuevo juego desarrollado por Omega Force usando como base el manga de Kentaro Miura es, sin duda, un plato prometedor para cualquier amante de la obra original y el género de los musou: pocas franquicias se prestan tanto a la fórmula de repartir mandobles a diestro y siniestro a todo enemigo que se cruce en nuestro camino. ¿Qué podía salir mal?
El principal reclamo de Berserk and the Band of the Hawk lo encontramos en un modo historia que arranca en el arco de la Edad dorada hasta finalizar en la saga del Halcón Milenario. La trama avanza, entre combate y combate, con escenas directamente extraídas de las películas producidas por Studio 4ºC en 2012, hasta que el juego comienza a quedarse sin este material y comienza a tirar de escenas menos trabajadas, donde priman lo diálogos entre personajes y se pierde el interés. La censura de ciertas escenas importantes dentro de la obra principal, principalmente aquellas con alto contenido sexual y de violencia explícita, y otras decisiones a nivel de narrativa acaban lastrando este modo historia. Como muchos de los amantes de Berserk sabrán, esta clase de escenas son parte de la identidad de Kentarou Miura y, especialmente ciertas escenas, guardan un trasfondo que no vemos en el juego. Sin ir más lejos, al principio del mismo se nos presenta a Guts como a un mercenario sin escrúpulos, obviando toda su infancia y tachándolo de un mercenario que actúa por su sed de sangre -más adelante el juego trata vagamente estos detalles, aunque con escaso éxito-.
El ritmo del juego tampoco favorece la narración de los hechos: Omega Force ha decidido alargar ciertas situaciones metiendo con calzador fases contra distintos bandidos, cuando en la obra original no aparecían. Sin entrar en muchos detalles para no destripar nada, simplemente podrían haberse ahorrado estos combates intrascendentes para hacer un modo historia más directo y aprovechar el modo libre y el Endless Mode para jugar con otros personajes o, simplemente, dar espadazos por pura diversión. En títulos como Dragon Quest Heroes, Attack on Titan o los Samurai Warriors nos permitían distraernos dando vueltas por nuestra base para interaccionar con nuestros compañeros o renovar nuestro armamento. Sin embargo, Berserk prescinde de este aspecto para ofrecernos un menú donde tener conversaciones y elegir las misiones, quitando la opción de visitar el campamento de la Banda del Halcón e interaccionar de una forma más directa mediante escenas más trabajadas. Jugablemente nos encontramos ante un musou muy plano donde nuestros únicos objetivos serán ir del punto A al punto B mientras nos dedicamos a repartir mandobles a diestro y siniestro: ya sabemos que el género de por sí no da mucho pie a la innovación, aunque sí se nota cierta falta de cariño a la hora de plantear sus misiones y otros títulos sí han sabido crear objetivos más interesantes, además de cambios realmente impactantes a la hora de dar vueltas a sus combates. Aquí, simplemente, se aprecia cierta vagueza a la hora de plantear las distintas situaciones. El único atisbo de innovación lo encontramos en los combates individuales contra jefes, donde nos enfrentaremos mano a mano en icónicos combates contra ciertos enemigos como Zodd o Griffith. Aun así, los controles siguen siendo los mismos. La imprecisión, la escasez de movimientos por parte del enemigo y una cámara terrorífica no nos permiten ni saborear la intención de sus desarrolladores. La idea es ofrecer un combate intenso a la altura de Dark Souls y todo queda reducido a un mal reflejo.
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